Portada: Acuarela sobre papel – Edward Walhouse Mark – Guaduas 1843.
«El convento ocupó siempre el centro de los festejos y jolgorios de Guaduas, y allí se daban cita todas las celebraciones de importancia. Doña Soledad Acosta de Samper, refiere algunos particulares de la fiesta que celebraron los guadueros en honor a su patrono el Arcángel San Miguel en el año 1809: «La misa fue espléndida, la música había sido pedida exprofeso a Honda; el canto había sido ensayado durante meses, el adorno de la iglesia no dejaba nada qué desear; los vecinos no cabían de alegría dentro de sus vestidos domingueros»». Fray Luis Carlos Mantilla.
Texto: Fray Luis Carlos Mantilla, (1986), Guaduas, cuidad franciscana. Ed. Kelly, Pág. 20.
El Convento Franciscano
La Recoleta de Nuestra Señora de los Ángeles de Guaduas fue fundada el 13 de diciembre de 1610, día de Santa Lucía, gracias a la iniciativa, gestión y empeño de Fray Tomás de Morales quien fuera su primer Guardián.
El singular Convento fue edificado en el costado norte del Camino Real, sobre el lote que donara don Benito Sánchez y que se extiende hasta la orilla del río San Francisco. Fue la primera construcción levantada durante el período colonial en «el valle despoblado de las guaduas» que, para entonces, ya era cruzado por el camino que conducía desde el río Magdalena hasta Santafé, la capital del Nuevo Reino de Granada. Don Benito donó además del terreno, con solar y huerta, una imagen de la Virgen de los Ángeles.
La Recoleta Franciscana de Guaduas – Pedro Froylan Mariño R. – Óleo sobre lienzo.
El Convento de Guaduas fue uno de los tres conventos de recolección que la Orden franciscana fundó en el Virreinato español, en los primeros treinta años del siglo XVII, con el objeto de promover, al interior de la Orden, el espíritu de oración y penitencia, manteniendo así la observancia que los caracterizó en el siglo XVI. Los otros dos fueron: el Convento de San Diego en Santafé y el Convento de San Diego en Cartagena.
<<Ninguna entre las muchas poblaciones donde se posara la sandalia de San Francisco de Asís, cuando la patria colombiana apenas despertaba al alba de su cristianización, puede abrogarse con más derecho y propiedad, pero, sobre todo, con más fundamento histórico, el título de ciudad franciscana que Guaduas. No ciertamente porque los hijos de San Francisco se hubiesen propuesto fundarla, sino porque un puñado de forasteros y de transeúntes, que recorrían el camino hacia el embarcadero del Magdalena,
atraídos por aquella irradiación de vida espiritual que brotaba como el manantial incontaminado de las frescas y purísimas aguas que bañaban aquel idílico paraje en donde se erigió la Recoleta de Nuestra Señora de los Ángeles, decidieron acogerse bajo sus aleros y radicarse allí. Hecho único en la historia de Colombia, pero que recuerda el origen de ciertas ciudades de la Europa medieval que levantaron sus muros en torno a las grandes abadías benedictinas o cistercienses, >>
Fray Luis Carlos Mantilla (1986), GUADUAS, CIUDAD FRANCISCANA – Ed. Kelly, pág. 3.
En el corazón de Colombia Villa de Guaduas donde se vive el palpitar de la fe.
Monumento Nacional – Ley 163 de 1959
En torno del Convento
Empezó a crecer un poblado que dio origen a la Villa de Guaduas, fundada civilmente el 27 de diciembre de 1644 por el Capitán Francisco Pérez de Guzmán. El Convento, con su iglesia, se constituyeron durante más de dos siglos en el más importante centro de fe y cultura de la región. Fue reconocido como parroquia.
De acuerdo con el documento del historiador de los franciscanos Fray Luis Carlos Mantilla, este desarrollo es único en Colombia, pues su valor cultural no se limita únicamente al municipio o al departamento, si no trasciende a la nación.
Esto es así por su localización estratégica y por el papel que cumplió en el desarrollo de la región y del país. Construcciones como esta constituyen hitos históricos que integran la identidad nacional. Sus sólidos y gruesos muros que fueron construidos en adobe suavizan la temperatura dentro de los armoniosos espacios del claustro. El patio está enmarcado por dos galerías de arcos románicos que se levantan sobre sencillas columnas toscanas.
Aspecto del Patio Central: Fotografía: Min cultura – Nancy Mora.
Como lo refiere la historiadora del siglo XIX, doña Soledad Acosta de Samper; en el terreno del Convento se cultivaron y aclimataron, por primera vez, muy importantes plantas y especies vegetales. Al respecto nos dice: <<. … sus huertas llegaban hasta la orilla del río y estas eran afamadas a veinte leguas a la redonda, con motivo de los árboles frutales que contenían: allí fue donde por primera vez los españoles llevaron los limones y muchos otros frutos que no existían en América, como también las naranjas de Andalucía; las parras importadas de España cargaban hermosos racimos de negras uvas, las cuales, solamente los Padres sabían cultivar con acierto». En su relación incluye una rica gama de especies traídas de las Antillas y del África como el café y la caña de azúcar. Agrega: «Había Padres jardineros que se habían empeñado en cultivar plantas medicinales que distribuían a los vecinos con manos generosas, con las cuales curaban frecuentemente enfermedades … >>; además de plantas ornamentales para los altares.
Todo este conjunto luce encalado según la usanza árabe-española y enmarca el patio cultivado antaño con rosas de castilla, begonias guaduenses y yerbas aromáticas y medicinales. Todavía este patio sigue siendo escenario mágico, en donde la naturaleza ofrece diariamente un bello espectáculo: a él llegan en el atardecer centenares de golondrinas que realizan allí el rito de despedir el día con una singular danza de alegres y caprichosos revoloteos.
En su larga historia
El Convento brindó hospedaje a innumerables personajes de la historia nacional que subían o bajaban por el camino Real. Aquí fue presentado el joven guaduero Francisco Javier Matís al Sabio José Celestino Mutis, quien de inmediato lo incorporó a la Expedición Botánica en la que se destacó como «El mejor pintor de flores del mundo». En él fueron recibidos los Jesuitas, cuando pasaron expulsados de los dominios españoles por Carlos III en 1767 y más tarde encontraron acogida y reposo el «Precursor» Don Antonio Nariño, «El libertador» Simón Bolívar y muchos otros personajes. En la iglesia del Convento fueron bautizados y confirmados los hijos de la familia Salavarrieta Ríos, entre ellos, de acuerdo con la tradición, Policarpa Salavarrieta, la máxima heroína colombiana de la Independencia Nacional.
Fachada de la Iglesia anexa al convento. Fotografía de archivo: Museo de artes y tradiciones (Patio del Moro).
En 1821 el Congreso de Cúcuta dio origen a la Ley de los conventos menores, que determinaba suprimir aquellos que no tuvieran por lo menos ocho religiosos y señalaba el 19 de octubre para que fueran notificados los guardianes de los claustros afectados.
En 1828 el Libertador Simón Bolívar profirió un decreto restableciendo algunos conventos, entre ellos el de Guaduas, pero en 1832 la Convención Granadina declaró la nulidad de los decretos de Bolívar.
Terminaron así las esperanzas de los franciscanos de permanecer en su Convento. Durante los años siguientes y por el resto del siglo XIX el inmueble tuvo diferentes usos y pasó de manos de unos particulares a otros, entre ellos, el Presidente de la República Manuel Murillo Toro, de quien fue por un tiempo su residente.
El Patronato de Guaduas
Con el propósito de preservar el Convento para actividades culturales y educativas, definidas entonces como la enseñanza de artes, oficios y letras, en 1903 un grupo de ciudadanos en beneficio de la población de la Villa de Guaduas, constituyó la institución que se llama Patronato de Guaduas y en cumplimiento de sus nobles objetivos compró el convento en 1910.
Con el beneplácito del Patronato, por varias décadas funcionó en el convento el Colegio de la Presentación de las Hermanas Dominicas, beneficiando la educación de varias generaciones de niñas hasta la década de los años setenta del siglo pasado. Las Hermanas de la Presentación, al clausurar el colegio, devolvieron el inmueble al Patronato de Guaduas.
Poco tiempo después la alcaldía ocupó el convento de forma violenta, arbitraria e ilegal. Lo invadió trasladándose allí sus oficinas y las del Consejo Municipal, la Personería, el Catastro y la Inspección de Policía, dándole así una destinación totalmente distinta al bien para la que fue adquirido, que es el fomento de la cultura y las artes.
Reflexión
Hoy en día, el Convento está reconocido como un Bien de Interés Cultural (BIC) de carácter nacional, toda vez que el Congreso de Colombia, mediante Ley 163 de 1959, “por la cual se dictan medidas sobre la defensa y conservación del patrimonio histórico, artístico y monumentos públicos de la Nación”, declaró Monumento Nacional el Centro Histórico de Guaduas, dentro del cual se encuentra el convento como uno de sus componentes más emblemáticos y la construcción más antigua de la región.
El Convento franciscano de Guaduas es, a todas luces, un importante testimonio de la historia, la cultura y las tradiciones de la nación colombiana y la fuente que dio origen a la Villa de Guaduas. Hoy, todavía, la comunidad guaduera y el Patronato de Guaduas esperan que la autoridad municipal corrija el error cometido y permita que el convento recupere su esplendor para que, desde él, se vuelva a irradiar cultura, luego del oscuro periodo de inaudito descuido en que el incomprensible se ha sumido. El objetivo de devolverle su valor se enmarca actualmente dentro del deber que nos incumbe a todos los colombianos de cuidar el patrimonio cultural y del derecho a disfrutar el patrimonio colectivo, de acuerdo con la Constitución y las Leyes.
Con el apoyo de:
- Villa de San Miguel de las Guaduas
- Red Turística de Pueblos Patrimonio
- Academia de Historia de Cundinamarca
- Sociedad de Mejoras Públicas de Guaduas
- Centro de Historia de la Villa de Guaduas
- Vigías del Patrimonio
- Hermandad Franciscana del Santo Cristo de San Damián
- Patronato de Guaduas
- Patronato Colombiano de Artes y Ciencias
Reconstruye mi Iglesia, reconstruye mi Convento, y haz de mí un instrumento de tu paz.